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De lo individual a lo comuintario. Experiencias de trabajo participativo en vivivienda social

NIVELES DE PARTICIPACION Y DE INCIDENCIA COMUNITARIA

La participación como herramienta de la transformación

En relación a la participación desarrollada en cada uno de los Programas podemos identificar tres niveles de participación: socialización de la información, toma de decisiones y tareas asignadas.

El primer nivel, socialización de la información, si bien abre un espacio de participación es una instancia que ubica a los beneficiarios en un estado más pasivo, de recepción de datos.

La importancia de este nivel de participación no es menor ya que brinda herramientas, conocimiento y promueve la discusión sobre los temas abordados. Generar este espacio es asumir que las familias participantes pueden plantear dudas, objeciones y posibles modificaciones de lo realizado.

Por otro lado, el espacio de socialización de información trabajado desde lo grupal, como se realizó en estos Programas, fortalece el vínculo entre las familias que se encuentran en la misma situación. Permite reflexionar sobre los problemas y comprenderlos en su dimensión social. Y así mismo, se evidencia que la solución puede ser entonces grupal.

El segundo nivel de participación, se generó a través de brindar espacios de toma de decisiones sobre aspectos de los Programas.

Así como sucedió en Villa Jardín, en el Programa Ventanita Florida se trabajó junto a las familias participantes la decisión sobre qué tareas concretas no se realizarían debido a la diferencia de costos entre el momento de aprobación del Proyecto y la llegada efectiva del dinero.

También si bien, en los Programas se plantean prototipos definidos, se fue trabajando con las familias qué modificaciones puntuales se iban a realizar en cada caso. Así en el Barrio Evita finalmente todas las viviendas resultaron ser distintas unas de otras.

Es importante tener en cuenta que, debido a la naturaleza de las decisiones a tomar, algunas son factibles de ser definidas de forma participativa y otras no. No se puede abrir un espacio para la toma de decisión sobre una cuestión que luego va a ser definida solo por el equipo de trabajo o la Institución de la que depende. Esto implica una reflexión sobre cuáles son las definiciones que sí se pueden realizar de forma participativa y una clara definición desde el comienzo.

La asignación de tareas, el tercer nivel de participación, es una instancia que se llevó a cabo en los Programas en determinadas circunstancias. En el proyecto Ventanita Florida las familias participaron de la tarea de pintar las viviendas. En el Barrio Evita, algunos de los beneficiarios se encargaron de la demolición de sus viviendas anteriores.

Entendemos este último como un nivel alto de participación ya que implica un compromiso en la ejecución de las viviendas. Es importante destacar, sin embargo, que en el caso de los Programas de vivienda la responsabilidad por el trabajo realizado es de los entes ejecutores por lo que el tipo de tareas a realizar por los beneficiarios debe ser acompañada por la capacitación necesaria y el acompañamiento técnico en los casos que sea posible. A su vez, el ente ejecutor tiene que tener presente la posibilidad de accidentes de obra, por lo que debe haber una decisión al respecto tomada al comienzo de la ejecución y avalada por las familias participantes.

Consideramos que todos los niveles de participación son importantes y complementarios. No se puede dar la toma de decisiones sin la necesaria socialización de la información. Por otro lado, la realización de tareas implica la necesidad de tomar decisiones.

A su vez, el conocer en profundidad como se avanzan las obras y como es la operatoria del Programa; tomar decisiones en relación al proceso de obra y realizar tareas concretas promueve la apropiación de la vivienda. No es lo mismo, que las familias estén desvinculadas totalmente del proceso de obra y que un día “reciban” las casas a que hayan participado a lo largo del proceso e identifiquen en el resultado final el aporte propio.

 

La incidencia en la comunidad

En primer lugar, es necesario destacar que los tres Programas analizados son experiencias que se insertan en comunidades ya existentes y no que generan la convivencia de un grupo social creado por el mismo Programa de vivienda. Esto implica que el beneficio no es para el total de los habitantes de la comunidad sino que la mejora habitacional tiene un número limitado de beneficiarios.

Por otro lado, cabe destacar que en los casos de las experiencias analizadas, la decisión de utilizar estrategias de abordaje grupal fue tomada por los equipos ejecutores y no fue un requisito pedido por los Programas – en especial en el caso del Mejor Vivir y el Programa Techo más Trabajo. En ninguno de los documentos de formulación de los Programas se plantea como necesario el contacto entre las familias beneficiarias de las viviendas.

En estos casos se pudo realizar este tipo de abordaje porque se contaba con el recurso humano necesario. En el caso del Proyecto Ventanita Florida debido a que la Fundación Sagrada Familia aportó el equipo y en el caso del Barrio Evita por la existencia del equipo de campo aportado por el PROMEBA.

Si bien en todos los casos, quienes participaron de los grupos fueron las familias beneficiarias, creemos que esto genera un impacto en la comunidad y en los lazos sociales debido a que la necesidad de juntarse con otro, en un grupo, ya implica un salto de lo individual a lo comunitario.

En el Proyecto Ventanita Florida y en el caso del Barrio Evita, se realizaron trabajos comunitarios y se tomaron decisiones en conjunto lo que implicó que las voluntades individuales se insertaran en un sistema de relaciones que comprometieron prestaciones y beneficios mutuos.

Si bien, la decisión de participación un grupo fue impuesta por un factor externo a las familias -la necesidad de la participación en los Programas-, el trabajo realmente efectuado genera una experiencia de comunidad, que podrá ser acotada en el tiempo, pero implica una herramienta incorporada a la forma de resolución de problemas.

En el caso del PRO.ME.Vi. podría pensarse que la incidencia comunitaria es baja, por lo referido anteriormente en relación al ser posible que las familias elijan a miembros que no residen en zonas cercanas y que por lo general los grupos se por vínculos familiares o de amistad. Pero es importante destacar que lo comunitario no remite necesariamente a un número amplio de personas, ni a un territorio acotado, y que a los fines que nos interesa incidir, si pensamos en el lazo social, si se estaría trabajando sobre la resolución de una problemática social en conjunto.

 

 

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