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Mujeres en la gestión urbana. Aproximaciones desde la perspectiva de Géneros

Aproximaciones para la Gestión Urbana con perspectiva de géneros en general, y feminista en particular

Entendemos a las ciudades como territorios en disputa donde interactúan una innumerable cantidad de actores y actrices sociales, institucionales, políticos, cívicos, etc. Donde los intereses y las relaciones de poder se ponen en juego dando por resultado la consolidación de un tipo de producción urbana. Vivimos en ciudades inundadas de desigualdades, en ciudades regidas por la mercantilización del suelo que, en palabras de Díaz y Gago, conlleva un espacio urbano jerarquizado en función del género. Existen distintos factores que determinan los privilegios y opresiones en el ámbito urbano, el género, la clase social, el ser una persona racializada, la identidad sexual, la diversidad funcional o la edad, entre otros Valdivia (2018), generan en la actualidad una forma de transitar y vivir la ciudad.

Desde la Revolución industrial, atravesando el Movimiento Moderno, la producción urbana está centrada en una lógica mercantilista: ciudades zonificadas, construidas por y para la producción. La zonificación habría olvidado que las tareas reproductivas requieren de mucho más que una vivienda, o una zona residencial. De esta forma, nos encontramos con que los vínculos de las zonas residenciales a los centros laborales suelen ser directos, mientras que existen grandes sistemas de transporte que van cosiendo la trama urbana, conectando aquellas actividades vinculadas a la cotidianeidad, es decir, a las tareas reproductivas. De esta forma, son invisibilizados, dentro de la planificación, todos aquellos usos del territorio, vinculados al cuidado, y las tareas que se desprenden de ellos, tradicionalmente encarnadas por cuerpos feminizados. Por acción u omisión, el Estado contribuye a la constitución de un tipo de ciudad

“La ciudad es producida activamente por las políticas estatales como el espacio para la concurrencia de individuos igualmente capaces de realizar actividades consideradas productivas, sujetos autosuficientes que no cuidan, ni necesitan de otros.”(Díaz y Gago, 2018)

Hablar de Derecho a la Ciudad en la actualidad implica no sólo el acceso a las infraestructuras urbanas, o la redistribución de las plusvalías que esta genera (Harvey 1997). Sino que implica reflexionar sobre las espacialidades y los cuerpos que las habitan, poder reflexionar sobre líneas como las de Jane Jacobs sobre las percepciones de seguridad, las relaciones de la ciudad con el espacio público, la calle como motor de la vida urbana, y la importancia de una mixtura de usos. No se trata únicamente de una perspectiva de reproducción de la vida, sino que nos encontramos en ciudades donde los movimientos feministas expresan “cuando vuelva a casa quiero ser libre, no valiente”, donde la expectativa de vida de las mujeres “trans” en Argentina no supera los 35 años. Ciudades en que cada 30 horas ocurre un femicidio (13); donde son las mujeres las que sufren en mayor medida los deterioros de la economía, llegándose a hablar de Feminización de la Pobreza (14)(Valli, 2018).

“La división sexual del trabajo es lo que subyace al cómo están pensadas las ciudades en su perspectiva de género. Hay sujetos omitidos en el planeamiento urbano y las mujeres somos quienes más hemos soportado el crecimiento de la pobreza.” (Falú, 2017)

El cambio de paradigma cultural producido en los últimos años lleva a cuestionar la neutralidad de las políticas públicas (Díaz y Gago, 2018) y en consecuencia a preguntarnos ¿existe una gestión urbana con perspectiva de género? ¿Es posible responder desde el Urbanismo y la Gestión Urbana a las demandas feministas? ¿Es posible imaginar, proyectar, incidir desde las políticas públicas en la construcción de una ciudad con perspectiva de género?

A continuación se desarrollan distintas temáticas que surgieron de las entrevistas como posibles ejes de trabajo, al pensar la relación de ciudad, género y feminismos.

Una inquietud común de las entrevistadas es cómo llevar a cabo este proceso, cuál es la forma de encarar estas temáticas en el territorio. Los conflictos están identificados, por ejemplo, como indica Alicia Novick: trabajando en barrios populares se clarifica, las jefas de hogar son mujeres, en las juntas vecinales son mujeres. En estos casos, nos encontramos no sólo con la feminización de la pobreza, sino con la opresión en sus distintos niveles de interseccionalidad, raza, género y clase. Poder pensar en estas circunstancias, en las condiciones de los cuerpos que habitan la ciudad, podría llevarnos a establecer políticas públicas específicas, que pudieran no sólo dar una respuesta a los problemas estructurales sino a aquellos aspectos invisibilizados hasta el momento.

Poniendo en el centro del debate lo cotidiano como las infraestructuras necesarias para la reproducción, arquitecturas no mercantiles sino centradas en el uso, dando una respuesta a las necesidades específicas de la población. Pensar lo cotidiano de las espacialidades para Sara Ciocca representó la inclusión de viviendas aptas para capacidades diversas en los proyectos urbanos de ProCreAr. Quiénes habitan y cómo proyectamos los espacios en cuestiones mínimas, como por ejemplo cómo se limpian. Repensar los espacios en relación a estos ejes nos da la posibilidad de visibilizar las cargas domésticas que deben sobrellevar algunos cuerpos en nuestras ciudades, rol generalmente ocupado por las mujeres.

En la misma línea, cuestionando cómo proyectamos y producimos tanto los espacios como los entornos urbanos. Alicia Novick reflexiona sobre esto en clave de escalas, identificando dos: una escala de lo cotidiano y una mayor; y repensar la vinculación que poseen ambas, en temas de transporte, espacio público y tiempo.

La perspectiva de género aplicada al urbanismo se entiende desde la experiencia y, por lo tanto, la escala próxima, pero esto no excluye la lectura analítica de la estructura general, que nos permitirá hacer recomendaciones en otros momentos de la planificación, más generales y lejanos, como puede ser un plan general (Muxi et al., 2011).

Para el desarrollo de las diversas actividades que se llevan a cabo desde la vivienda al espacio laboral, cuando el sujeto se responsabiliza de las tareas de reproducción, es necesaria una ciudad con mixtura de usos y transportes que respondan a estas demandas. Dione Sabattini comparte la reflexión Dione Sabattini comparte la reflexión en torno a la ciudad de Brasilia que posee una estricta zonificación por usos, donde identifica en ella la imposibilidad de “ir cosiendo actividades entre sí”, es decir, el desarrollo de las actividades reproductivas, en contraposición de ciudades que se presentan con mixturas de usos.

Lidia Varela identifica los cambios en las demandas cuando las instancias participativas son integradas por hombres o mujeres, mientras que los primeros tenian relacion con infraestructura, bacheo o el desagüe, las mujeres tenían que ver con las escuelas, instituciones de salud, guarderías, etc: Podemos identificar en sus palabras que las demandas cambian de perspectiva rotundamente, y esto tiene que ver con los roles que ocupa cada sujeto en la dinámica social. Mientras que los hombres se preocupaban por cuestiones de la infraestructura urbana, las mujeres identificaban sus demandas en relación a las tareas de reproducción.

Olga Wainstein en los diversos proyectos de vivienda social que realizó presentaba la preocupación sobre el espacio público y la importancia de los equipamientos comunitarios para la vida cotidiana, guarderías, canchas de fútbol, locales comerciales. El mayor conflicto que encontraban para resolver estas problemáticas eran las gestiones estatales, para las cuales la única importancia residía en la construcción de la vivienda.

Las palabras de Olga critican la lógica mercantil de producción de ciudad. Es clara la necesidad de reconocer en el Estado el rol principal que posee en la modificación de las lógicas de planeamiento en la ciudad, como actor responsable de la sedimentación de las desigualdades materiales y simbólicas del espacio urbano (Díaz y Gago, 2018). Los estudios de transporte con una mirada de género, a partir de los recorridos urbanos diferenciados que realizan las mujeres, nos dan la posibilidad de pensar las distintas escalas de intervención y de conflicto, vivienda, barrial y urbana.

Una pregunta del último bloque de las entrevistas (que sabemos que es incómoda y por ello, a fin de proteger las fuentes, excluimos autorías en las respuestas en ese sentido en este trabajo), está referida a las posibilidades y obstáculos de acceso a los cargos profesionales de nivel gerencial. En el rango etario abordado en esta primer etapa de la investigación (clase anterior al año 1960, aproximadamente), correspondiente a mujeres que accedieron a este tipo de puestos ya sea en el sector público, privado o no gubernamental, en relación de dependencia o como profesionales independientes o del emprendedurismo, casi todas coincidieron en que en su época no había tanta concientización ni del “techo de cristal”, ni del “piso embarrado”, ni del “síndrome de abeja reina”, ni ningún otro tipo de metáforas, como las que actualmente se utilizan para definir las dificultades del género femenino para acceder a este tipo de cargos, en paridad con el género masculino.

En esos tiempos, la disparidad estaba naturalizada, y quedaba por cuenta de las pocas mujeres que tenían algún contacto o mentor de naturaleza patriarcal, o mayor tenacidad, o más suerte, y generalmente de clase media-media o clase medio-alta, quienes podían acceder tanto a los estudios universitarios como a las profesiones hegemonizadas por el género masculino.

Salvo muy pocas excepciones, en generaciones aún anteriores a las de las entrevistadas, el acceso era casi imposible o incidental. Tanto en la formación universitaria como en la praxis profesional de la disciplina urbanística y de arquitectura, no abundaban las mujeres. De hecho, para estudiar aún en la universidad pública, y estar actualizados de las innovaciones en la materia a nivel mundial, debían afrontarse costosos viajes al extranjero, que sólo ciertas élites argentinas acomodadas podían afrontar. Y la mayoría eran varones. Aún, en el acceso a becas y/o mecenazgos, generalmente patriarcales. Hay muy pocos casos, como el de la prestigiosa arquitecta y urbanista Odilia Suarez (15), pero no muchos más.

Los relatos de estas mujeres que acabamos de entrevistar, dan cuenta de una gran tenacidad, inteligencia intelectual y emocional para aprovechar algunas o todas estas circunstancias, y acceder casi inicialmente y con gran esfuerzo y sentido de oportunidad a puestos de rango gerencial, de comando de productos-procesos en el campo de la Gestión Urbana.

Sus relatos están llenos de satisfacciones y descontentos, logros y asuntos pendientes. Prácticamente todas con estudios de posgrado, algunas cuentan que eran las únicas mujeres en ese ámbito en cierta época. Otras que tuvieron inconvenientes de reinserción luego de sus licencias por maternidad. Otras que recibieron comentarios discriminatorios en reuniones entre pares varones donde eran prácticamente las únicas mujeres. Alguna ha llegado a tener que admitir la omisión de su autoría en proyectos en lugares en los que existía y aún existen prejuicios dogmáticos y metafísicos respecto de la mala suerte que ocasionarían las mujeres en lugares con riesgos como los de derrumbe o navales. Otras comentan que en general no han percibido diferencias, pero que creen haber tenido suerte personalmente en ese sentido.

Prácticamente todas continúan en mayor o menor medida en actividad, y con merecidas carreras ascendentes, y perciben que otras generaciones anteriores y subsiguientes a las de ellas han tenido mayores inconvenientes, al masificarse el acceso del género femenino en estos campos académicos y de praxis profesional, y perciben con alegría, el enorme cambio que las nuevas generaciones vienen aportando en materia de perspectiva de género a nuestro campo disciplinar y profesional en particular, y a los avances del género femenino en general.

A modo de “bonus track” contamos con el aporte de Marcelo Lorelli, también referente disciplinar y Co-director de la Maestría en Gestión de Ciudades de la Universidad de Buenos Aires, quien fue entrevistado para dar testimonio de una atípica experiencia: haber colaborado en los años 2016-2017 a la constitución de cuatro equipos consultores para la realización de estudios y propuestas para planes urbanos, planes estratégicos territoriales y/o códigos urbanísticos, de municipios de la Región Metropolitana de Buenos Aires, desde la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, en articulación con la Secretaría de Relaciones Institucionales a cargo del arquitecto Fernando Schiffani. De cinco consultorías en este sentido, cuatro fueron encomendadas a dirigir y/o coordinar por consultoras mujeres (a excepción de la del Municipio de Morón desarrollada en la misma época). Cuatro a una, una proporción similar a la de les abanderades estudiantes, en los actos institucionales de esta misma facultad. Con distintos resultados y grados de avance, las consultorías fueron dirigidas por las siguientes arquitectas: Mónica Giglio (para Municipio Pilar), Iliana Mignaqui (para Municipio Escobar), Rosa Aboy (para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires –en este caso para la elaboración de un inventario de temas inherentes a políticas habitacionales considerando variables de estudios urbanos-), y quien suscribe este artículo, Daniela Szajnberg (para municipio Hurlingham).

De la entrevista a Lorelli, quien pertenece a una generación intermedia, se desprende una mirada más conciliadora no sólo con la incorporación y visibilización del quehacer profesional de la mujeres en la GU, sino también, en la acción, en procura de contribuir a comenzar a equiparar los roles, no sólo en las bases, sino también en los niveles medios y jerárquicos. En tal sentido, en la entrevista, da cuenta de haber interactuado de manera cooperativa con colegas mujeres, en su praxis profesional independiente, así como también en otros ámbitos jurisdiccionales como por ejemplo en Neuquén (académicos, sector público, colegiaturas profesionales), entre otros. Y deja un mensaje esperanzador, por cuanto percibe que el proceso ya está en marcha.

Imagen 6: Acto de asunción de nuevas autoridades de FADU-UBA en el año 2017

Nos encontramos en un contexto donde los estudios con perspectiva de géneros sobre feminismos, sobre el rol de las mujeres en distintos campos, vienen proliferando. Esto no se trata de una voluntad académica aislada, sino de un contexto social y político que exige no sólo una visibilización, sino un cuestionamiento en relación a estos temas. Desde nuestro campo nos proponemos recuperar experiencias y saberes en torno a la GU para poder visibilizar el rol de las mujeres en su experiencia en la gestión, y a su vez pensar nuevas escenarios y respuestas a conflictos sociales y oportunidades específicos.

La necesidad de pensar en la ciudad y las políticas públicas urbanas desde esta perspectiva es fundamental en tanto ésta es el medio de producción y reproducción en nuestras vidas. Poder analizar el campo urbano desde una perspectiva multicultural que dé cuenta de la interseccionalidad de la opresión y la desigualdad, nos permitirá poder diseñar políticas públicas inclusivas, diseñar espacios y en definitiva abogar por una producción urbana feminista, considerando la necesidad urgente de:

● Visibilizar la praxis, el pensamiento, la investigación y la enseñanza de las mujeres en la GU.
● Repensar los proyectos a través de las críticas, los conflictos de la gestión en torno a las diversas perspectivas de género, con énfasis en la de las mujeres.
● Un Estado comprometido dentro de estas temáticas.
● Asumir que el rol de las mujeres en los diversos procesos da cuenta de una perspectiva de la reproducción del cuidado por el mismo rol que les toca habitar en la Sociedad. Es una construcción social cultural que nos abre el cambio de paradigma de los últimos años poder colectivizar estos roles, poder pensar en ciudades donde no sean las mujeres las encargadas de esta tareas, si no es ciudades diversas donde sea la misma infraestructura, los equipamientos los que ayuden al reparto de las tareas de reproducción. Con legislación acorde a estas transformaciones en curso.

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