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Politizar el espacio Proyectando vivienda y ciudad con perspectiva de género

Proyecto Arquitectónico, nueva búsqueda de herramientas

¿Qué tenemos que ver lxs arquitectxs y urbanistxs en todo esto? La realidad es que los espacios que habitamos tienen una construcción cultural, al igual que la producción del conocimiento, la cual no es neutral y se basa en una identidad masculina (Novas, 2014). Además, el territorio contiene diversas escalas, por las cuales se construyen, refuerzan y reproducen las asimetrías entre los varones y las mujeres, siendo nuestro cuerpo el primer territorio en disputa por recuperar (Falú, 2014).

En este sentido, tomamos un rol importante a la hora de diseñar las ciudades y las viviendas, siendo un desafío deconstruir los espacios condicionados por una mirada androcéntrica y proyectar un hábitat en búsqueda de las necesidades y los valores colectivos de la comunidad, especialmente de aquellas personas que fueron excluidas al momento de diseñar.

Introducir la perspectiva de género -interseccional y horizontal- como eje principal nos puede permitir pensar cómo se habitan los espacios más allá de la norma. ¿Con qué dificultades o barreras nos encontramos en el territorio? ¿Qué percepciones nos transmiten los distintos espacios? ¿Nos desplazamos de las mismas formas de día y de noche? ¿La vivienda nos permite habitar en colectivo y tejer redes, o nos termina aislando?

Si la norma se compone a partir de un hombre joven/adulto, heterosexual e independiente, podríamos comenzar a pensar en proyectar en colectivo a partir de la vida cotidiana de niñxs, mujeres y la comunidad LGBTIQ+, con sus diversidades y dependencias.

Debemos ser conscientes y poder proyectar a partir de los valores y las experiencias de todas personas de la comunidad, entendiendo que existen distintos conceptos que deben garantizar la materialización de entornos urbanos no segregadores (Novas, 2014), como, por ejemplo, la diversidad, la seguridad, la adaptabilidad, la accesibilidad y la participación. Además, debemos asumir que todas las personas somos dependientes y que, por lo tanto, los cuidados deben ser una responsabilidad colectiva (Valdivia, 2018).

Los espacios que habitamos cotidianamente no nos permiten colectivizar las actividades de cuidado, sino todo lo contrario. Como se dijo anteriormente, estas actividades se realizan de forma privada e individual dentro de la vivienda. Para poder poner en común y facilitar las actividades de cuidado de la vida cotidiana y el tiempo que demandan, el espacio debería acompañar ese cambio. Las mujeres reclaman una organización espacio-temporal para gestionar mejor la calidad de vida cotidiana, pero sus experiencias están excluidas e invisibilizadas por aquellos que deciden el desarrollo de las ciudades (Bofill Levi, 2013).

En este sentido, a partir de un análisis y sustento teórico sobre arquitectura y urbanismo feminista, he decidido llevar a cabo el último ejercicio proyectual de la carrera con este enfoque, entendiendo que no solo existe un plano material dentro del proyecto, sino que también existen otras categorías simbólicas y teóricas que conforman la ciudad y la vivienda, que representan y potencian las desigualdades que existen en la sociedad, porque, en definitiva, «las obras construidas son políticas, incluso las más modestas y cotidianas» (Durán, 2008: 139). Me interesa más la forma de cómo ocupar, distribuir y dimensionar el espacio, que el diseño de cada ambiente (Monteys, 2013).

Al momento de llevar el proyecto al papel, decido hacer una revisión de distintas obras de arquitectura para tomarlas cómo ejemplo, con el objetivo de poder reflexionar acerca de sus espacios a partir de su reinterpretación y apropiación:

. Proyecto público de producción de viviendas con perspectiva de género Fraüen-Werk-Stadt de Franziska Ullmann (4) (Austria, Viena, 1992). El objetivo del mismo es construir viviendas y urbanismo por y para mujeres, del cual destaco distintas herramientas proyectuales cómo la desjerarquización de habitaciones, la creación de espacios comunes, la implementación de guarderías públicas, las distancias cortas para reducir tiempos y las relaciones visuales

. Edificio Quintana 4589 de iR arquitectura (5) (Argentina, Buenos Aires, 2013). Destaco esta obra de arquitectura por su estructura espacial basada en comprimir las viviendas a dimensiones mínimas para liberar el espacio de uso común, y de esta manera potenciar la interacción social de lxs vecinos que habitan el edificio.

. El edificio 110 Habitaciones de MAIO (6) (España, Barcelona, 2016); lo tomo cómo referencia por su sistema proyectual que refleja la desjerarquización de las habitaciones a partir de sus dimensiones iguales y la flexibilización de las mismas. Cada una de ellas se podría ampliar o cerrar según las necesidades de las personas que la habiten.

. Por último, incluyo también dos edificios de viviendas cuyos proyectos se llevaron a cabo mediante procesos de diseño participativo con sus futurxs usuarixs mediante la cooperación, organización y autogestión: la cooperativa de vivienda La fábrica del MOI (7) (Argentina, Buenos Aires, 2017) y la cooperativa de viviendas La Borda de Lacol (8) (España, Barcelona, 2017). Estos los considero fundamentalmente importantes para tomar en cuenta como ejemplos y referencias reales concretados en la ciudad, dado que toman en el proceso participativo y proyecto las experiencias y las necesidades de la vida cotidiana de las personas que en su futuro habitarían el edificio. A partir de esta forma de proyectar vivienda colectiva, se generan diversas resoluciones en los espacios habitativos que definen el carácter del conjunto; se logra reconocer que el diseño va más allá de las divisiones espaciales que la cultura binaria nos plantea, entendiendo que hay una búsqueda proyectual que incluye distintas escalas, materialidades y formas de relación que aportan diversas cualidades espaciales al proyecto, vinculando el espacio más íntimo que necesitan las personas para el desarrollo de la vida íntima hasta la más comunitaria, logrando demostrar que la riqueza se encuentra en las transiciones espaciales del proyecto, en los espacios colectivos, productivos y la creación de un ambiente seguro a partir de su distribución y visuales.

A partir de plantear las problemáticas y entender el contexto sobre el cual se suele proyectar, elijo establecer ejes y objetivos para el desarrollo de un espacio que busque aportar mejores condiciones para la vida de todas las personas. Pero además, entiendo la importancia de proponerse un sujeto y una comunidad para el cual proyectar a partir de entender sus necesidades, es por esto que considero realizar un proyecto para mujeres jefas de hogar con hijxs. Con lo cual entiendo que es fundamental establecer los siguientes principios:

. Generar vivienda y ciudad para el desarrollo saludable de la vida cotidiana.

. Realizar una investigación proyectual -la cual queda como un proyecto abierto para seguir revisando y estudiando- a partir de la búsqueda de herramientas que provean igualdad, independencia y seguridad a las personas y diversidad, flexibilidad, vitalidad, sustentabilidad y accesibilidad en la infraestructura.

. Proveer espacio para colectivizar trabajos de cuidado y de producción, a partir de espacios comunitarios, flexibles y adaptables.

Figura 1. Recorte axonométrico del conjunto de vivienda colectiva. Fuente: Elaboración propia

Proyectar vivienda y ciudad para el desarrollo de la vida cotidiana de mujeres con hijxs significa tomar en cuenta e investigar todas las dimensiones que afectan a su rutina. En este ejercicio de investigación considero que es necesario comenzar a proyectar buscando nuevas herramientas que produzcan características espaciales que generen igualdad social y de género dentro de la vivienda. Una vez desarrollada la misma, complementarla y volver a pensarla junto a la ciudad y su equipamiento. La vivienda no es un elemento individual, sino que, por el contrario, se encuentra inserta dentro de un contexto. Es por esto que un principio fundamental del proyecto es reconocer cómo es la relación de cada vivienda con las demás, con el espacio común y el equipamiento. Es preciso entender cómo se articulan para generar espacios de distintas escalas que permitan tener diversos usos y tejer vínculos entre la comunidad.

La ciudad y la vivienda es una continuación necesaria y no es igual para quienes la habitan según roles de género, clases, sexo y orígenes (Muxi, 2019).

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